Las personas no encajamos bien la incertidumbre, nos movemos al menos inicialmente con dificultad ante situaciones complejas que no podemos predecir, hasta que conseguimos conocerlas y controlar sus consecuencias.
Esto es, aquello sobre lo que no podemos trazar un plan o no podemos controlar nos provoca emociones negativas y respuestas adversas como tristeza, ansiedad, pensamientos obsesivos, frustración, etc.
Cuando estas situaciones y las emociones consecuentes se mantienen en el tiempo, es muy probable que nos provoquen malestar psicológico y se altere nuestra vida y nuestras respuestas cotidianas. Trabajo, familia, pareja y demás ámbitos personales y sociales se ven afectados por esos problemas emocionales que nos impiden desplegar un repertorio de respuestas y herramientas que nos ayuden a sobrellevar y mejorar nuestra salud mental y por tanto, nuestro bienestar.
A la situación de incertidumbre que ha traído la pandemia hay que sumar el malestar emocional que ha aflorado en muchas personas debido al confinamiento.
Trastornos latentes o ciertos factores de riesgo como son el aislamiento, la falta de recursos, determinados rasgos de personalidad e incluso acontecimientos traumáticos han sido caldo de cultivo de numerosas patologías mentales y emocionales o del agravamiento de éstas debido a la pandemia. Aquí destacamos la especial vulnerabilidad de personas mayores y población infantil y adolescente.
En otros casos el malestar emocional viene provocado por situaciones externas como el desempleo o la pérdida de un familiar.
Los efectos del Covid más allá de contraer el virus
Desde que comenzó la pandemia por COVID-19 en el mes de marzo de 2020 y, hasta ahora, un 7,3% de los españoles ha recurrido a ayuda profesional debido a su estado de ánimo o situación emocional; de estos, más de un 50% ha acudido a un/a psicólogo/a.
Los efectos negativos sobre la salud y el bienestar emocional es una de las mayores preocupaciones de los/as españoles/as, manifestadas por un 17,5% de los/as encuestados/as, por detrás de la salud física y de la economía y el empleo (Estudio del CIS sobre «efectos y consecuencias del coronavirus», octubre 2020).
A todo esto hay que añadir la duración de la situación pandémica que se ha prolongado más de lo esperado por muchas personas y que ha llevado a una parte de la población a padecer lo que conocemos ya como fatiga
pandémica.
No cabe duda que mantener un grado elevado de activación mental, alargar el tiempo de afectación de esos pensamientos catastrofistas y la incapacidad de realizar determinadas actividades placenteras, ha provocado ese cansancio o agotamiento mental y físico en el que nuestra mente manifiesta síntomas parecidos a ponernos en pausa.
A tener la sensación de que no volveremos a vivir como antes o a realizar a aquellas cosas que nos gustan.
Con el inicio de las primeras vacunaciones se abre una puerta a la esperanza pero surgen nuevas preocupaciones o temores en algunas personas. Repitiéndose así patrones de estrés, ansiedad, pensamientos recurrentes o catastrofistas vuelven a apoderarse del funcionamiento “normal” de nuestra mente.
¿Cuándo acudir a una consulta de psicología?
En consecuencia, os recomendamos acudir a la consulta de psicología cuando el malestar psicológico sea:
- intenso
- constante
- persista en el tiempo (varios días o semanas)
- interfiera en nuestra vida
- nos incapacite para realizar cualquier tarea
En nuestra consulta de psicología te ayudamos a desarrollar y mejorar estrategias de comportamiento y pensamiento para enfrentarte a estas situaciones de manera eficaz y adaptativa, recuperando tu bienestar emocional.
Porque ir a una consulta de psicología es cuidar tu salud, como cuando acudes al médico de cabecera.